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Servidor Humilde y Fiel para Arkansas

Por Malea Hargett
Editora

A medida que el Obispo Anthony B. Taylor se prepara para su ordenación episcopal el 5 de junio en el Statehouse Convention Center (Centro de Convenciones) de Little Rock, frecuentemente usa la palabra “valentía” para describir a las personas que son sus modelos a imitar y como espera dirigir la diócesis.
“Es algo que necesito, pero no que puedo reclamar”, así le dijo al Arkansas Catholic durante una visita a Little Rock el 29 de abril. “Todos los que siguen a Cristo pagan un precio. Si sólo dependiera de mi propia fortaleza, de ninguna forma podría lograrlo. Pero en Cristo, todo es posible”.
El obispo admite que no sabe los actos de valentía que hará ni qué tendrá que hacer para dirigir a los 116,000 católicos del estado.
“No pretendo tener las respuestas de los problemas de la Iglesia en Arkansas”, señaló. “Necesito saber de ustedes cuál es la realidad presente, lo que el Evangelio nos pide que hagamos aquí y ahora. No quiero dar la impresión que vengo con un programa fijo de trabajo. No supe que iba a ser obispo hasta sólo recientemente”.
Sin embargo, sabe que quiere prestar servicio a aquellos en “circunstancias humildes”.
“Jesús fue valiente, no tímido, cuando demostró amor preferencial por los pobres y marginados. Nosotros también debemos hacer lo mismo si queremos ser sus fieles servidores. No se trata de excluir a todos los demás, sino tener presentes a aquéllos con la mayor necesidad que son los que merecen nuestra mayor atención”, así les dijo a los medios de comunicación y a empleados diocesanos durante una conferencia de prensa el 10 de abril en el Centro Católico San Juan de Little Rock.
Sus mentores en la fe y liderazgo son tres personas conocidas: el Papa Pablo VI, el Papa Juan Pablo II y la Bendita Madre Teresa. El Padre Stanley Rother, sacerdote de Oklahoma asesinado mientras prestaba servicio en Guatemala, apenas se conoce fuera de Oklahoma, pero es alguien que el obispo quiere que todos en Arkansas conozcan.
El Papa Pablo VI, quien presidió la Iglesia hasta 1978, fue muy valiente al adoptar posturas que no eran populares.
“Escribió con valentía sobre muchos asuntos en sus encíclicas y pronto se convirtió en un personaje muy poco popular en la prensa. Sin embargo, estaba haciendo lo que él consideraba que debía hacer”, agregó.
El Obispo Taylor, de 54 años, dijo que se sintió inspirado con la interacción del Papa Juan Pablo II y el prisionero Mehmet Ali Agca.
“Me conmovió verlo visitar en prisión al hombre que trató de quitarle la vida”, señaló.
También le inspiró la valentía del papa al establecer relaciones entre el Vaticano e Israel.
“Rompió con la tradición en algunos asuntos y dirigió un servicio de adoración en una sinagoga”, señaló. “Fue una persona que, cuando estaba convencido que tenía que hacer algo, lo hacía, a pesar de saber bien que tendría que pagar un precio por hacerlo”.
Debido a que se crió en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, el papa vio la destrucción que produjo el comunismo.
“No es posible llegar a un compromiso con la maldad”, indicó el obispo. “No es posible hacer eso y todavía ser fiel al Señor”.
El Obispo Taylor dijo que admiraba el compromiso de la Madre Teresa hacia los asuntos relacionados con la dignidad humana y su reconocimiento por el “valor del ser humano”, es decir, el reclamo de los más necesitados hacia nosotros.
El Obispo Taylor siente un vínculo especial con el Padre Rother, con quien sólo se reunió una sola vez.
“Lo conozco en la muerte”, señaló.
En septiembre de 2007, la Arquidiócesis de Oklahoma City inició el proceso de canonización para el sacerdote que trabajó entre los pobres de Guatemala hasta su muerte en 1981. El Obispo Taylor, quien habla español, fue nombrado delegado episcopal y fue responsable de realizar 35 entrevistas con personas que conocieron al Padre Rother.
A pesar de las amenazas contra la vida del Padre Rother, “él nunca abandonó su rebaño en momentos donde la gente vivía bajo actos de opresión”.
“Cuando la Iglesia en Arkansas tiene a alguien que vive en opresión, es más fácil soltar la situación de la mujer maltratada a otra persona o no hacer barullo acerca de inmigración, pero eso es abandonar el rebaño”, agregó. “No crucificaron a Jesús por nada. (El Padre Rother) fue muy prudente. Nunca buscaba peleas. Pero cuando los lobos amenazaron a su rebaño, sabía que tenía que estar con ellos”.
Durante los últimos años, el Obispo Taylor ha coordinado las labores de ayuda de Santiago Atitlán, Guatemala, la cual la arquidiócesis siguió ayudando hasta el 2001. Desde entonces, los católicos locales han apoyado la parroquia, la escuela y el hospital y ahora, un propuesto centro de tratamiento de alcoholismo. El obispo ha visitado Guatemala varias veces para entrevistar a los testigos que presenciaron el martirio del Padre Rother o sus virtudes heroicas.
El Obispo Taylor reflexionará sobre el Padre Rother y las otras personas a quienes admira cuando colabore con las parroquias, escuelas, hospitales y otras organizaciones que trabajan para solucionar los problemas sociales del mundo de hoy.
“Dios puede usar a cualquiera de nosotros, con todas nuestras características, para ese objetivo”, recalcó.
Probablemente necesitará valentía cuando aborde temas controversiales, como el aborto, la pena capital e inmigración.
“Tengo un espíritu de colaboración. Deseo trabajar en unión con los demás para el futuro de la Iglesia”, señaló. “Trataré de transmitir la voz de los que no la tengan cuando me siente a la mesa de deliberaciones, para asegurar que se escuchen sus inquietudes”.
También quiere que su episcopado esté centrado en amar a los católicos del estado y compartir con ellos.
“Amaré a mi gente, amaré a mi rebaño”, dijo. “Compartiré con ellos lo que el Espíritu Santo me diga en mi corazón”.
Prestar servicio en una parroquia fue la meta del Obispo Taylor cuando decidió entrar en el St. Meinrad College Seminary (Seminario de San Meinrado) en Indiana en 1974 y posteriormente en el North American College en Roma. Esperaba hacer las típicas labores pastorales, como escribir homilías, predicar en la Misa, preparar a los feligreses para los sacramentos y trabajar con los grupos de la parroquia.
“Quería trabajar con los feligreses, especialmente los pobres”, agregó.
Su llamado no ha cambiando mucho desde ese momento.
“Quiero ayudar a la gente a crecer en la fe y desarrollar su relación con el Señor. Quiero nutrir la fe de la gente. Quiero habilitarlos para que vivan el llamado bautismal”, recalcó el Obispo Taylor.
Tras su ordenación el 2 de agosto de 1980 en Ponca City, ciudad donde creció, comenzó a trabajar en una parroquia urbana, la Iglesia del Sagrado Corazón. Al cabo de un mes, celebró su primera Misa en español, confiando en la instrucción que recibió en la preparatoria y universidad. En 1982 se le asignó prestar servicio en las iglesias católicas del oeste de Oklahoma incluyendo las áreas de Sayre, Clinton y Hinton. Fue responsable del ministerio hispano en cinco condados.
“No tengo nada de hispano”, dijo en 1984, pero siempre le digo a la gente que mi corazón es mexicano. Y creo que realmente es así”.
Como una persona que le encantan los idiomas, habla también italiano, francés y alemán y puede leer latín, griego y hebreo.
Regresó a estudiar en 1984 para obtener su doctorado en teología bíblica en la Universidad de Fordham mientras prestaba servicio en una parroquia en el distrito municipal del Bronx de New York.
“Al igual que Arkansas, nosotros [en Oklahoma] estamos en la región de la Franja de la Biblia […], lo cual ha sido muy útil para mí a la hora de predicar, nutrir mis conocimientos y comprensión de la Palabra”, agregó.
Después de su graduación en 1989, regresó a realizar las labores de la parroquia y recibió el nombramiento de vicario de ministerios de la arquidiócesis. Durante ese tiempo, supervisó en ocasiones la educación continua de los sacerdotes, la formación de nuevos sacerdotes y sacerdotes extranjeros y la preparación de diáconos.
“Me sentía como un hermano que los apoyaba”, dijo de su trabajo con otros sacerdotes arquidiocesanos. (continúa)
Fue también instrumental en otras actividades de la arquidiócesis. Hasta su nombramiento episcopal, se desempeñó como director del Consejo de Presbíteros, la Junta de Personal y la Junta de Jubilación. También fue miembro del Consejo de Finanzas y de la junta directiva de la Academia Mount St. Mary en Oklahoma City.
En abril y mayo, el Obispo Taylor se mantuvo ocupado, terminando las gestiones pendientes de la Iglesia del Sagrado Corazón y despidiéndose de los feligreses que había conocido durante 27 años. Acudió a tres servicios en Washington durante la visita del Papa Benedicto XVI, participó en un retiro e hizo otra visita a Guatemala. También reflexionó sobre los obispos anteriores que dirigieron la diócesis durante 165 años. Admiró las acciones humildes del Obispo Albert Fletcher quien integró a los hospitales católicos y al Obispo Andrew J. McDonald quien apoyó las obras de caridad encaminadas a promover la santidad de la vida humana.
Durante su conferencia de prensa el 10 de abril en Little Rock, terminó diciendo, “Mis seis obispos antecesores les extendieron la mano a los humildes de sus días, las personas en circunstancias humildes de sus días, con un amor especial y compromiso. […] Le ruego a Dios para que me haga un buen pastor de la Iglesia y de la gente de Arkansas, como lo fueron aquéllos entre los cuales me encuentro hoy hombro con hombro”.

Malea Hargett

Malea Hargett has guided the diocesan newspaper as editor since 1994. She finds strength in her faith through attending Walking with Purpose Bible studies at Christ the King Church in Little Rock.

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