WASHINGTON — La decisión del papa Benedicto XVI de renunciar el 28 de febrero "fue tomada con mucha gracia, valentía, sabiduría y humildad", dijo el más reciente embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede, Miguel Díaz.
Díaz, ahora profesor de Fe y Cultura en la universidad de Dayton, dijo a Catholic News Service el 11 de febrero durante una entrevista telefónica que tiene la esperanza que durante este período antes que un nuevo papa sea elegido, la iglesia completa orará por y discutirá las posibilidades presentadas por un cambio en el más alto liderato de la Iglesia Católica.
Díaz recordó gratamente sus reuniones con el papa Benedicto mientras servía como embajador desde agosto del 2009 hasta noviembre pasado. Un reemplazo para el puesto todavía no ha sido nombrado. Tanto el presidente Barack Obama como el secretario de Estado John Kerry emitieron declaraciones de agradecimiento por el liderazgo del papa y recordaron sus reuniones con él.
Díaz dijo que la historia personal compartida entre él y el pontífice como teólogos que fueron llamados a servir fuera de sus profesiones escogidas creó un vínculo entre ellos. Que el que ambos ahora estén regresando a su trabajo teológico se siente como otro punto común entre ellos, él dijo.
"Él siempre me pareció muy agradable", dijo Díaz, quien añadió que ambos también disfrutaban cambiar la conversación entre los varios idiomas que hablan. "Y él siempre respondía a mis hijos".
La decisión del papa de renunciar debido al debilitamiento de la salud "le ha puesto una cara más humana al papado", dijo Díaz. "Fue una decisión valiente renunciar".
En su declaración, Obama ofreció su agradecimiento y oraciones por el papa Benedicto. "Michelle y yo recordamos cálidamente nuestra reunión con el Santo Padre en el 2009 y he apreciado nuestro trabajo juntos durante estos últimos cuatro años. La iglesia tiene un rol crítico en Estados Unidos y en el mundo y le deseo lo mejor a aquellos que pronto se reunirán para escoger (su) sucesor".
Díaz dijo que, como el primer papa en renunciar en más de 600 años, la acción del papa Benedicto ofrece un modelo para que otros líderes reconozcan que puede ser aceptable dejar el puesto cuando las limitaciones humanas se tornan abrumadoras.
"Si el papa puede hacer eso, reconociendo las limitaciones de su cuerpo", dijo Díaz, entonces "todo tipo de líderes religiosos" podrían sentir que el ejemplo abre una puerta cuando comiencen a reconocer las limitaciones en sí mismos.
Díaz dijo que aunque un ejemplo de eso podría ser el manejo por parte de líderes eclesiásticos de situaciones tales como los escándalos de abuso sexual, este no es el único tipo de situación que puede justificar tal consideración.
"Habrá casos en que la personas digan: ‘Mira a X, Y o Z’, y que ese líder no sea competente para liderar en esa situación", dijo Díaz. "Esto tiene el potencial de causar reflexión para muchos de nosotros en posiciones de liderato. Todos estamos en necesidad de gracia, ninguno de nosotros es perfecto".
Díaz dijo que, con el regreso a su rol como teólogo, él está especialmente entusiasmado por las posibilidades que este momento tiene para la iglesia.
"Lo que necesitamos en este momento de gracia es tener una conversación nacional e internacional acerca de quién debe ser el próximo líder", él dijo. En tiempos en que "todo fiel católico ha tenido esos momentos en que consideramos abandonar la iglesia, o tememos que ‘mis hijos se irán", este es un momento en que los líderes del catolicismo deben discutir cómo enfrentar tales retos, él dijo.
Díaz dijo que con la renuncia del papa llegando durante la Cuaresma, tiempo de ayuno, oración y reflexión, él tiene la esperanza de fomentar y participar en el diálogo que lleve a la transformación, justo como la Cuaresma en la tradición litúrgica "lleva a resurrección, transformación y cambio".
Díaz señaló que, por supuesto, "no tenemos voto" sobre quién es elegido papa, pero que las personas en todos los niveles de la iglesia pueden orar y ofrecer dirección a las personas que sí votan, animándoles a considerar quién puede mejor abordar los asuntos complejos que yacen en el futuro de la iglesia.
"No sabemos si los cardenales tendrán esta conversación, pero deberían tenerla", él dijo.