
Obispo Anthony B. Taylor
¿Conviene que concibamos los Estados Unidos como un crisol de homogeneización cultural o como un mosaico abrazando mucha diversidad?
En el pasado, era usual ver a nuestro país como un crisol de culturas y por eso muchos inmigrantes abandonaron sus costumbres extranjeras tan pronto como les fue posible. Más recientemente, muchos de sus descendientes buscan recobrar sus raíces culturales, las mismas raíces que ellos intentaron olvidar. Ahora nos damos cuenta que la unidad no es la misma cosa que uniformidad, y nos regocijamos en la increíble diversidad de nuestra nación. Somos un pueblo híbrido de patrimonio guión: alemán-americano, afro-americano, mexicano-americano, irlandés-americano, y así sucesivamente … cada uno contribuyendo con sus dones al hermoso mosaico que es nuestra identidad nacional.
Una pregunta que los primeros creyentes tenían que resolver era si la Iglesia de Jesús debería ser un crisol de homogeneización cultural o un mosaico de mucha diversidad. Si íbamos a ser un crisol de culturas, nuestra identidad de cristianos sería sectaria, pero si íbamos a ser un mosaico, entonces seríamos una Iglesia católica, universal. La facción de los del crisol pensaba que debíamos ser simplemente una versión particular del judaísmo, no una religión separada, por lo que insistieron en que los gentiles renunciaran a su identidad gentil, dejándose circuncidar para convertirse al judaísmo, abandonando lo que eran para convertirse en miembros de la secta judía llamada cristiana. Encontraron apoyo para la idea de uniformidad cristiana en el Evangelio de hoy — tomado fuera de contexto — en el que Jesús dice que él fue enviado sólo a las ovejas perdidas de la casa de Israel [es decir, vino sólo para judíos] y por la forma en que la mujer gentil le responde, comparando su situación con un perro mendigando migajas que caen de la mesa del Pueblo Elegido de Dios. Por eso, aquellos que concibieron a la Iglesia como un crisol de culturas decían que si esa mujer quería un lugar en la mesa, tendría que dejar de ser una gentil.
Por contraste, a lo largo de sus escritos, vemos que Pablo promueve lo que pronto será la dominante auto-comprensión de la mayoría de los primeros cristianos, a saber: que Jesús quiso que su Iglesia fuera plenamente católica, no sólo una rama sectaria del judaísmo … un mosaico unido pero no uniforme que incluyera a judíos y gentiles de toda raza, pueblo e idioma, todos aportando sus dones únicos para la mayor belleza del conjunto. En el pasaje de hoy, Pablo dice que el rechazo de Jesús por la mayoría de los judíos es una señal de que Dios ha destinado a la Iglesia a acoger a los gentiles como miembros plenos de la Iglesia tal y como son, sin tener que sacrificar su propia identidad distintiva.
Esta unidad en la diversidad es parte indispensable de lo que somos como cristianos, y es por eso que la Iglesia que Jesús fundó debe ser católica de hecho, y no sólo de nombre. Nuestra diversidad es étnica — en la actualidad, 2/3 de los católicos a nivel mundial viven en Asia, África y América Latina, pero nuestra diversidad no es sólo étnica. También incluimos a personas de todos los temperamentos y muchas espiritualidades. Somos el hogar de los tradicionalistas que tienen nostalgia por un tiempo ya pasado antes de su nacimiento, así como de los progresistas que anhelan cambios que probablemente nunca verán en su vida…personas de todas las edades, con todo tipo de problemas y todo tipo de talentos imaginables y sueños de toda clase. Cada uno de ustedes tiene algo muy especial para contribuir a este hermosísimo mosaico fundado por Jesús. Y así, por medio de nosotros, Jesús cumple la profecía de Isaías en la primera lectura de hoy, donde Dios dice: “Mi casa será llamada una casa de oración para todos los pueblos”. ¡Nosotros somos ese hermoso mosaico fundado por Jesús, esa casa de oración donde todos son bienvenidos! Yo creo que eso es uno de los puntos más fuertes de nuestra Iglesia. Somos católicos — la Iglesia universal — y lo somos de hecho, y no sólo de nombre. Eso es parte de lo que me hace sentir muy orgulloso de ser católico.
El Obispo Anthony B. Taylor dio esta homilía el 13 y 14 de agosto.