Use la gracia de Dios para hacer cambios en su vida

Por El Señor Obispo Anthony B. Taylor

Obispo Anthony B. Taylor

El primero de enero ha sido muchas cosas. Es el inicio de un año nuevo del calendario actual, pero no fue siempre así. En el primer calendario romano, el inicio del año era el primero de marzo, lo que vemos todavía en los nombres de septiembre (séptimo mes a pesar de ser nuestro noveno mes), octubre, noviembre y diciembre –octavo, noveno y décimo mes, los otros meses habiendo adquirido más tarde nombres de dioses o emperadores romanos. ¿Por qué adelantaron el inicio del año dos meses y por qué seguimos usando esos nombres paganos después de la conversión de Europa?
Cuando yo era un niño, el primero de enero era la fiesta de la Circuncisión. Como escuchamos en el evangelio cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús. Después del Segundo Concilio Vaticano, se cambió el calendario litúrgico y hoy en día celebramos la solemnidad de María, quien es Madre de Dios porque dio a luz a Jesús, el Hijo de Dios. Así que ahora celebramos el primero de enero no tanto la humanidad y judaísmo de Jesús, la carne que circuncidaron, sino su divinidad, la que hace María en ese sentido, Madre de Dios.
Y además, en 1967 el Papa Pablo VI nos pidió observar el primero de enero como un Día Mundial de Oración por la Paz. En Navidad nació el Príncipe de Paz, cuyo amor vencerá el poder del odio, para así reconciliarnos con nosotros mismos y con Dios.
Lo que todas estas cosas tienen en común es que el Nuevo Año es un día de transición. Revisamos el año pasado, le agradecemos a Dios por él, tratamos de aprender de él, y luego nos damos vuelta para mirar adelante al nuevo año, pidiendo a Jesús, el Príncipe de Paz e Hijo de Dios y de María su ayuda en todo lo que nos espera en el futuro.
Cuando los romanos cambiaron su calendario en 700 AC, nombraron el primer mes de su nuevo calendario en honor de Janus, su dios de umbrales y puertas, porque hoy estamos en el umbral de un nuevo año. Janus era un dios que, según ellos, tenía dos frentes: una para mirar atrás y otra para mirar adelante y es por eso que hacemos resoluciones del Nuevo Año. No debemos resignarnos a los hábitos y vicios del pasado. Hoy nos ofrece un nuevo inicio.
Pero para realizar este nuevo inicio, debemos confiar en más que sólo nuestras buenas intenciones, revisando el pasado, ¡vemos que no funciona sólo eso! De suerte que este primero de enero no sólo basta pedirle ayuda a Dios sino también usar la ayuda que nos da. Los cambios que debemos hacer no se hacen automáticamente, sólo por la gracia de Dios. Los realizamos sólo cuando usamos la fuerza que la gracia de Dios nos da. ¿Quieres la paz? Pues Dios te ayudará a trabajar por la paz, pero debes hacer tu parte. ¿Quieres superar tus hábitos de pecado? Dios te ayudará, pero debes hacer tu parte aquí también. Y así adelante … En un Salmo Responsorial oramos: El Señor tenga piedad y nos bendiga. Nos ha bendecido con su piedad … ¡ahora nos toca a nosotros bendecirle a él al responder a su gracia!

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