Amor desinteresado es un mandamiento

Por Obispo Anthony B. Taylor

Obispo Anthony B. Taylor

¿Por qué debemos ir muchos años a la escuela? Hay 3 motivos: 1) hay mucho que aprender, 2) el aprendizaje es acumulativo y 3) el cerebro requiere tiempo para madurar.
El aprendizaje es acumulativo: debemos aprender primero los conceptos básicos, los que luego sirven como fundamento para estudios más avanzados, debemos aprender a sumar y restar antes de estudiar geometría y algebra. Y la función del cerebro cambia mientras maduramos.
Los niños pequeños no pueden comprender el concepto de lo bueno y lo malo, es por eso que no hacen su primera confesión hasta el segundo grado, y somos físicamente incapaces de pensar verdaderamente de una manera abstracta hasta la adolescencia, y por eso creo que nuestra edad mínima de 14 años para recibir la confirmación es una buena idea.
Jesús era un excelente maestro y sabía que el aprendizaje es acumulativo, así que para enseñarnos del amor, empezaba con lo básico. Cuando le preguntaron acerca del mandamiento más grande de la Ley, ¿qué dijo? Que debemos amar a Dios con todo el corazón, mente y alma, y al vecino como a nosotros mismos.
En el Evangelio de San Juan, Jesús edifica sobre este fundamento para darnos su nueva y más avanzada enseñanza, la del Nuevo Testamento. Dice: “Hijitos, les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado”.
¿Y cómo nos ha amado Jesús? Sacrificialmente, hasta su muerte en la cruz. No sólo amar al vecino como a nosotros mismos como dice el Antiguo Testamento, lo que en algunos casos puede ser poco, si no nos amamos mucho. Ahora Jesús nos manda amar al vecino como lo ama él, lo que sí es mucho; sacrificialmente, amando ahora al vecino con el mismo amor con que el Antiguo Testamento nos enseña amar a Dios: con todo el corazón, mente y alma. Abrazando la cruz de amor abnegado, lo mismo que hizo Jesús por nosotros.
Pero es difícil aprender amar así. El alma requiere tiempo para madurar hasta el punto de poder amar a otros abnegadamente. Nacimos egoístas, no hay nadie más egoísta que un bebé, pero perdonamos su egoísmo automáticamente porque es sólo un bebé.
Desafortunadamente, hay muchos adultos que siguen siendo en su interior, emocionalmente todavía bebés, egoístas, siempre preguntando: ¿Qué hay a cambio para mí? El aprendizaje del amor abnegado es un trabajo de por vida, más exigente que el curso más difícil de la universidad, pero está al alcance de todos, incluso de aquellos que cuentan con poquísima preparación formal … porque es la escuela de la vida que nos enseña las lecciones del amor.
Y aprendemos más del amor siempre cuando no es fácil amar, cuando nuestros esfuerzos no son apreciados, cuando hacemos grandes sacrificios que no son correspondidos, pues es ese tipo de amor que Jesús espera de nosotros … porque es así que él nos ama. Dice: “Hijitos, les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado”. Y es así que reconocerán todos que ustedes son mis discípulos, por el amor con que se aman los unos a los otros, amando abnegadamente, sacrificialmente, ¡hasta la muerte!

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