Al agradar a Dios los miedos desaparecen

Por Obispo Anthony B. Taylor

Obispo Anthony B. Taylor

El Obispo Anthony B. Taylor dio esta homilía el 3 de enero en el retiro vocacional de “Ven a Ver” en el Centro Católico San Juan de Little Rock.

Hoy celebramos la fiesta de la Epifanía del Señor. La palabra “epifanía” significa “manifestación” y celebra algunos acontecimientos que revelaron por primera vez la identidad y rol de Jesús en el plan de Dios — y hay 3 epifanías en los Evangelios.
La fiesta de hoy se llama “Epifanía” y los acontecimientos en el Evangelio de hoy revelan 4 aspectos del plan de Dios: 1) los reyes magos eran extranjeros, lo que demuestra que Jesús vino para salvar a todas las naciones; sus regalos revelan que Jesús es 2) rey (oro), 3) Dios (incienso) y 4) que morirá para salvarnos (mirra para embalsamar su cadáver).
El domingo próximo es la fiesta del Bautismo del Señor, lo que sirve como una segunda epifanía porque revela que: 1) él es el Cristo (que bautizará con el Espíritu Santo) y la Segunda Persona de la Santísima Trinidad 2) la voz del Padre 3) declara que Jesús es su Hijo predilecto 4) mientras el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de una paloma.
Y luego de hoy en 15 días tenemos la tercera epifanía de Jesús en las Bodas de Caná, donde cambió agua en vino, 1) manifestando así la llegada de la era mesiánica, y 2) prefigurando la Eucaristía que sigue alimentándonos hasta el día de hoy. Dios tiene un plan para nuestra salvación y estas epifanías nos abren los ojos al rol de Jesús en ese plan.
Jesús tiene un rol también para ti en su plan y espero que este retiro de “Ven a Ver” te haya servido como un tiempo de epifanía personal, una experiencia que te abra los ojos para ayudarte a empezar a descubrir la voluntad de Dios para tu vida. Ahora quisiera responder a la pregunta: ¿Qué hacer ahora? Esta es una decisión muy importante –¡tu felicidad en el futuro depende en la decisión que tomas! De hecho, en cuanto se trata de hacer — o no — la voluntad de Dios, ¡lo que decides afecta tu eterna salvación! Porque si Dios te llama, ¿cómo puedes rechazarlo?
Yo soy una persona muy afortunada porque siempre supe que Dios tenía un lugar para mí en su plan. Que antes que naciera, ya me había elegido para algo que quería que hiciera con mi vida. Que paso a paso me daría y desarrollaría en mí todos los dones que necesitaría para cumplir su voluntad en mi vida. Pero al inicio no sabía qué sería. En el año once de la preparatoria, yo pensaba en cuatro posibilidades: ser doctor, o abogado, o trabajador social, o — sí — un sacerdote. Mi familia es religiosa y fui activo en mi parroquia. Pero sólo ir a la Iglesia no es la misma cosa que tener una relación viva y personal con Jesús, y el modo que yo descubrí la voluntad de Dios para mi vida fue conociendo a Jesús mucho mejor. Y me acerqué a él por medio de la oración, el estudio y la acción. En ese tiempo, cuando tenía 17 años de edad, empecé a pasar 10 minutos en oración cada día (lo que más tarde creció a ser una Hora Santa diaria), estudiar el mundo que me rodeaba y donde debía hacer la voluntad de Dios, y acción: hacer cada día cosas que yo creía Jesús quería que hiciera ese día. Y luego reflexionando más tarde en cómo andaba todo — respecto a los cuales rezaría y estudiaría el siguiente día, y luego volver a actuar conforme a lo que Jesús me había enseñado en nuestros 10 minutos juntos esa mañana.
La cosa que me gusta más como obispo es celebrar el sacramento de confirmación, cuando Dios les da los siete dones del Espíritu Santo. Y mi favorito de estos siete dones es “temor del Señor” porque es el don menos comprendido. Temor del Señor no es sentir terror ante Dios, temer que nos haga mal. Pero sí se trata de a quien queremos agradar. Cuando tenía tu edad, lo que más temía era el rechazo de los demás — creo que todo adolescente teme eso. Se siente la necesidad de aceptación y aprobación por otros muy fuertemente durante la adolescencia, pero persiste por toda la vida. En ese sentido, tenemos miedo de nuestros amigos, es decir, tememos perder su aprobación y hacemos cosas para ganar su aceptación, aun cosas malas porque tememos su desaprobación. Y es de eso que se trata el temor del Señor. ¿Qué aprobación quieres más? ¿La de Dios o la de tus amigos? ¿Cuál rechazo temes más? O dicho más positivamente, ¿a quién quieres agradar más? ¿Cuál voluntad quieres hacer más? Así la pregunta que te puse antes: Si Dios te llama, ¿cómo puedes rechazarlo? Temor del Señor significa vivir por algo más grande que tú mismo. Muchos de ustedes ya han recibido el sacramento de confirmación, así que ahora te toca a ti dejar que Dios desarrolle en ti, paso a paso, ese don que ya te ha dado. Pero como en cualquier relación, esto no sucede automáticamente. Para conocer a Jesús, tienes que pasar tiempo con él en oración, estudio y acción — ¡todos los días! Si empiezas tu día con 10 minutos de oración, pronto descubrirás que temes menos la desaprobación de los demás, porque ¡la persona que más quieres agradar es Jesús!
Descubrí que entre más me enfocaba en hacer lo que agradaría a Jesús, menos me preocupaba lo que pensarían de mí los demás, decidí no darles ese poder sobre mí. E irónicamente, su estima por mí aumentaba precisamente porque no les tenía miedo, no temía su desaprobación y no estaba dispuesto a hacer lo que es malo en un intento auto-destructivo de ganar su aceptación porque ya vivía por algo más grande que ellos, y de hecho, por algo más grande que yo. Lo que más quería hacer todos los días era la voluntad de Dios. Es así que descubrí, eventualmente, la voluntad de Dios para mi vida, que Dios me había escogido para ser un sacerdote y en ese momento yo hice mías las palabras de María al ángel Gabriel: “Yo soy el esclavo del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho.” ¡Y lo mismo puede — y debe — verificarse también en tu vida!

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