Por Obispo Anthony B. Taylor

Obispo Anthony B. Taylor

Todos los inmigrantes buscan una vida mejor. Algunos logran mejorar sus circun stancias y otros no — ¡aun cuando trabajan muy duro! ¿Y qué es la diferencia entre estos dos grupos de personas? Muchas veces consiste en nada más hacer un presupuesto y vivir conforme a él: determinar tus prioridades, calcular tus ingresos y luego gastar tu dinero sólo en las cosas que importan más. Requiere disciplina y abnegación vivir conforme a un presupuesto, pero es preciso si quieres éxito en este país de oportunidades y el primer paso es el de determinar tus prioridades, y Jesús enseña que:
Hacer la voluntad de Dios debe ser tu más alta prioridad. En el Evangelio, Jesús le dice al joven rico: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme. Pero cuando vio que el joven amaba su dinero más que a Dios, añadió: ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios. Jesús no pide a todos que lo demos todo como pidió al joven rico, pero en la Biblia Dios insiste en un mínimo de 10 por ciento, lo que es el origen de la palabra diezmo. Si amas a tu dinero más que a Dios, de modo que no le des a Dios el 10 por ciento que es justamente suyo, ¡pues no podrás pasar por el ojo de esa aguja tampoco tú!
Cuidar tu familia debe ser tu segunda prioridad, las personas que Dios ha entregado a tu cuidado y cuentas con 90 por ciento de tus ingresos para hacerlo. Y otra vez, es preciso hacer un presupuesto y vivir conforme a él. Ahorrando para comprar una casa, comprando un carro más barato para poder apartar el dinero para la colegiatura de tus hijos en una escuela católica, haciendo sacrificios para poder mandar ayuda a tus padres ancianitos.
Y sólo después de hacer la voluntad de Dios y cuidar tu familia vienen tus propios deseos y necesidades, porque como dice Jesús en el Evangelio: El que quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos. Así que debes preguntarte: ¿Cómo puedo comprar esta camioneta de lujo cuando con el mismo dinero puedo darles a mis hijos una excelente educación católica? — un asunto de mucho más alta prioridad, algo de Dios y familia. ¿Cómo puedo desperdiciar mi dinero en cosas de lujo y hasta en mis vicios — mis cervecitas y cigarrillos — cuando no le doy a Dios ni siquiera el mínimo, es decir el primer 10 por ciento que le corresponde? ¿Esperas pasar por el ojo de esa aguja con las cosas de lujo que compraste con el 10 por ciento que le negaste a Dios, robándole su dinero para desperdiciarlo en tus vicios egoístas?
El último día tú tendrás que dar cuenta de lo que haces con todo lo que Dios ha entregado a tu cuidado. Si lo que te importa más es hacer la voluntad de Dios y cuidar la familia que él te ha entregado, pues estoy seguro que pasarás con éxito por el ojo de esa aguja. Pero si no, pues lo siento mucho.

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