Obispo Anthony B. Taylor
Ya nos ha llegado la primavera y con la economía, me imagino que algunos aquí han plantado jardines, con al menos algunas plantas de jitomate. Pues, yo no soy jardinero, pero sé que si quieres jitomates, es preciso quitar las ramitas que no producen. Esas ramitas usan la savia de la planta para producir muchas hojas pero pocos jitomates. Son ramitas que toman. Quitamos esas ramitas para aumentar el flujo de nutrientes a las ramitas que dan, para que produzcan muchos jitomates, hasta el punto que debemos apoyarlas con palitos. Si quieres un arbusto grande, habrías plantado algo más bonito que una planta de jitomates. Pero si quieres muchos jitomates, es mejor tener una planta flacucha y feita.
En Juan 15, 1-8, Jesús dice que es lo mismo en su viña. Arranca a todo sarmiento que no da fruto y al que da fruto lo poda para que dé más fruto — y nosotros somos esa planta. En este mundo hay aquellos que toman y aquellos que dan. Los que toman nos quitan la savia, a veces quieren parecer importantes a expensas de los demás — ¡lo veo todo el tiempo! Lo que hace falta es aumentar el flujo de nutrientes a los que dan, y ayudarlos a desarrollarse para que den aún más fruto. El Señor quiere que produzcamos mucho fruto, aunque para esto tengan que apoyarnos — y para esto es que sirve la Iglesia: para apoyarnos y ayudarnos a producir mucho fruto digno del Señor. La Iglesia no es un concurso de belleza: el Señor no se deja impresionar por apariencias exteriores — de hecho, ya que lo que quiere es mucho fruto, puede ser mejor que seamos flacuchos y feitos. Pero ay de las ramitas que no producen buen fruto: el Evangelio dice que Dios arrancará a los sarmientos que no producen, y los arrojará al fuego.
Otro punto es que las ramitas se secan y mueren si quitamos su fuente de nutrientes. Y lo mismo para nosotros, debemos perma necer unidos a Jesús para continuar produ ciendo fruto. “Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí.”
Tú y yo somos no sólo el jardín del Señor, sino también sus jardineros. En cuanto somos su jardín, Dios nos poda y lo hace en parte por los desafíos y adversidades que debemos enfrentar — lo mismo que podó la Iglesia primitiva a través de las persecuciones que ellos enfrentaron. Pero además de ser su jardín, somos también sus jardineros: hay personas que Dios ha entregado a nuestro cuidado y a veces hay que podarlas. Yo trabajo como obispo en la viña de la Diócesis de Little Rock, que abarca todo el estado de Arkansas — y un día tendré que dar cuenta de mi cuidado de este jardín. A veces debo podar y limpiar, lo cual no es siempre muy agradable. Pero paso gran parte del tiempo con trabajos normales de todos los días, regando el jardín, limpiando la maleza y a veces esparciendo estiércol. No me importa si apesta, lo que me importa es que el jardín del Señor produzca mucho fruto para Dios.
Lo mismo es para las mamás a quienes honramos en mayo el Día de los Madres, y a los papás a quienes honramos en junio el Día del Padre. También ustedes trabajan en el jardín del Señor y tendrán que darle cuenta de su cuidado del jardín entregado a ustedes. A veces tendrán que podar el comportamiento malcriado de sus hijos, lo cual no es siempre muy agradable. Y es muy triste que muchos no crían bien a sus hijos porque temen perder su amor. Pero si no limpian esas ramitas que toman ahora, será un trabajo mucho más pesado tener que hacerlo en el futuro, y aún así puede que termine con nada más que un arbusto grande que no produce nada … personas descontentas que quitan la savia de la familia — todos conocemos a personas que son así: hijos consentidos e infelices.
Al final del día, el Señor buscará el fruto de su viña. Yo quiero poder presentarle la Diócesis de Little Rock como jardín que produce abundantemente. Y estoy seguro que tú querrás presentarle tu familia y tus amigos así también, a la mayor gloria de Dios. Como dice Jesús en Juan 15, 8: “La gloria de mi padre consiste en que den mucho fruto …”