Obispo Anthony B. Taylor
Se nos enseñó a todos al prepa rar nos para nuestra Pri me ra Comunión que hay siete sacra mentos y que estos sacramentos “son signos efi ca ces de la gra cia, instituidos por Cristo,” así que les pre gunto: Si Juan Bautista ya esta ba bauti zando a la gen te, ¿cómo po día haber sido instituido por Cristo? ¿Y qué del matri mo nio? ¡Ya estaban casados los padres de Jesús! ¿Cómo podemos decir que el bautismo y el matrimonio fueron instituidos por Cristo?
La respuesta es que Jesús no creó los sacramentos de la nada. Él tomó cosas que ya hacía la gente y las convirtió en momentos de encuentro con Dios que les cambió sus vidas. En ese tiempo el matrimonio era como el matrimonio civil de hoy, un contrato entre dos personas que podía ser terminado por las autoridades civiles al decretar un divorcio civil. Lo que hizo Jesús fue tomar el matrimonio ordinario y cambiarlo en un en cuen tro con Dios, haciéndolo una alianza (no sólo un contrato), un compro miso espiritual (no sólo un acuerdo) entre tres personas (la tercera siendo Dios) y así, dotado de efectos espirituales que vienen de Dios, de tal modo que (si el matrimonio era válido) no lo puede deshacer ningún ser humano.
De modo parecido, la sumersión en agua como rito de purificación ya existía en Israel desde 1000 años antes del tiempo de Juan Bautista. Lo que hizo Juan Bau tista fue tomar este rito de purificación física y hacerlo un rito de purificación espiritual, un rito de arrepenti miento, pero como veremos después, van a venir más cambios.
El bautismo no llegó a ser un “signo eficaz de gracia instituido por Cristo” hasta después de la Pascua, cuando Jesús toma este rito de purificación y lo cambia para ser el sacra mento de rena ci miento que la mayoría de nosotros recibimos cuando éramos bebés … uniéndo nos a Jesús en su muerte para compartir tam bién su resurrección, compar tiendo su victoria sobre el pecado y dándonos la vida eterna, una parte de su victoria sobre la muerte.
Jesús era sin pecado, así que no tuvo nada de qué arrepentirse, pero insiste que Juan lo bautice por tres motivos: 1) para reconocer el ministerio de Juan Bautista, afirmando que Dios le había enviado para preparar el camino para Jesús, 2) como un ejemplo para motivar a los demás que sí necesitaban arrepentirse de sus pecados, y 3) para darnos nuestro primer vistazo de Jesús como la Segunda Persona de la Santísima Trini dad. Nos dice que Juan Bautista “vio que lo cielos se rasgaban y que el Espíritu, en figura de paloma, descendía sobre él.” Y Juan oyó entonces una voz del cielo que decía a Jesús, “Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias.” ¿Y por qué es importante esto? Porque después de su resurrección, cuando Jesús cambia el bautismo para que sea un sacramento, será para hacerlo una alianza entre el creyente y todas las tres personas de la Santísima Trinidad (no sólo con Jesús) un anticipo de lo que ya vimos en el día del bautismo de Jesús. Y lo mismo que con el matri monio, el bautismo conlleva efectos espirituales que vienen de Dios y que ningún hombre puede deshacer.
Así te pregunto, ¿dónde estás en tu vida espiritual? Juan Bautista advirtió a la gente que deben arrepentirse de sus pecados y poner sus vidas en orden ahora mientras hay todavía tiempo y el arrepentimiento no es un evento único. Al contrario, es sólo el inicio de una vida de conversión progresiva, confor mando nuestras vidas siempre más para vivir más plenamente y con más fideli dad la nueva vida que empezó para nosotros el día de nuestro bautismo.