Obispo Anthony B. Taylor
Cuando me nombraron obispo de Little Rock, la primera cosa que me preguntaron fue sobre los derechos humanos de los inmigrantes sin documentos. Este es un tema cerca a mi corazón y muy importante para los católicos de Arkansas.
Como ya saben, vengo de Oklahoma donde entraron en vigor el año pasado algunas leyes muy dañosas, motivadas por miedo irracional y sin ninguna consideración de lo que dice Jesucristo y nuestra fe cristiana. Espero que la legislatura de Arkansas, que entra en sesión en enero, tenga la valentía y la sabiduría para hacer lo que es correcto, lo que haría Jesús, lo que requiere el amor. Pero claro, los gobernantes son como todos nosotros, así que para corregir las injusticias hay que empezar primero con nosotros mismos y nuestras parroquias, y lo incómodo que nos sentimos a veces cuando se trata de otro grupo cultural, el temor de tal vez perder algo, nuestra identidad o nuestro control de la situación, miedo que nos hace ciegos a la dignidad y a los derechos humanos de la otra persona. La defensa de los derechos humanos es esencial para la fe católica y por eso es el tema de mi primera carta pastoral como obispo de Little Rock.
Se acuerden de lo que dijo Jesús en Mt 22,21: Dé al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios, pues esto significa que lo que manda Cristo nuestro Rey viene primero. Y Cristo no será sólo nuestro Rey, sino también el juez — ¿y qué dijo en el Evangelio que acabas de escuchar? “Vengan … y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo … porque fui forastero y ustedes me recibieron en su casa” … “¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos?” … “En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.” … “¡Malditos, aléjense de mí y vayan al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles! … porque era forastero y no me recibieron en su casa” … “¿cuándo te vimos forastero y no te ayudamos?” … “Siempre que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mí.” Éstos irán a un suplicio eterno y los buenos a la vida eterna. ¡Jesús no puede hablar más claro que eso! Tu destino eterno depende de si acoges al forastero o no. En mi carta pastoral y la guía de estudio que la acompaña, hablo de cuatro principios básicos:
1. El principio económico de oferta y demanda, y el hecho que las fronteras nacionales no impiden la inmigración casi nunca cuando hay fuertes motivos económicos que motivan esa inmigración. La deportación de millones de personas no es una opción realista históricamente, económicamente o socialmente.
2. El principio moral que todos tienen el derecho de inmigrar cuando así lo requieren las circunstancias. La Declaración de Independencia de los EE.UU. dice: Consideramos estas verdades evidentes en sí, que todos los hombres fueron creados iguales, que fueron dotados por su creador con algunos derechos inalienables, que entre ellos son el de la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad. El derecho de inmigrar deriva de nuestro derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.
3. El principio teológico del bien común, el bien compartido de todos los residentes de nuestra comunidad, nuestra nación, y por extensión toda la familia humana. En este documento explico como las fronteras nacionales sirven el bien común y lo que implican los principios de derecho para los inmigrantes indocumentados — y lo que podemos hacer para remediar la situación.
4. A estos tres principios intelectuales presentados en la carta pastoral, añado un 4º principio espiritual en la guía de estudio que la acompaña para ayudarnos a movernos de la cabeza al corazón, el lugar de conversión. Para nosotros que somos ciudadanos norteamericanos, esto requiere que reconozcamos el dolor y sufrimiento que ha ocurrido debido a las políticas migratorias actuales de nuestro país. Para ayudarte hacer esto, te ofrezco tres cosas:
1. Un resumen esquemático de los puntos principales de la carta.
2. El texto completo de mi carta pastoral. Esto ya fue publicado en el Arkansas Catholic y en línea en el sitio web de la diócesis de Little Rock.
3. Una guía de estudio de 3 semanas diseñada para ayudarnos a conectarnos personalmente con la enseñanza de la Iglesia sobre la inmigración y los derechos humanos.
El Adviento es un tiempo de esperanza y anticipación. Nadie recibió a los padres de Jesús en Belén, no encontraron posada. ¿Qué cambios debemos hacer en nuestro país, aquí en nuestro estado, en nuestras parroquias, y en nuestros propios corazones para que los Marías y Josés de hoy reciban de nosotros una acogida calurosa digna del Salvador cuyo nacimiento celebramos en Navidad?
Una de las características fundamentales de la Iglesia Católica es nuestro llamado a ser “universales” de hecho y no sólo de nombre. Esto significa que no deben existir líneas divisorias en nuestras parroquias, no debe haber parroquianos de segunda categoría — todos bienvenidos, sin excepción.