El legado del obispo en Oklahoma nunca terminará

Por María de Lourdes Ruiz Scaperlanda
Especial para Arkansas Catholic

OKLAHOMA CITY — Cuando un sacerdote local se convierte repentinamente en obispo, es natural que abunden toda clase de halagos. No obstante, en el caso del séptimo obispo de Little Rock, es inmediatamente evidente que los elogios son mucho más que comentarios lisonjeros.
Inteligente, con una memoria increíble. Paciente. Centrado en Dios. Persuasivo. Gran organizador con una energía extraordinaria. Un hombre sencillo y humilde. Valiente. Luchador por lo que es correcto y bueno. Gracioso y de gran agudeza mental. Líder decisivo. Competitivo. Un hombre dado a la oración. Un verdadero pastor.
Estos son sólo una muestra del sinnúmero de adjetivos usados para describir al Obispo Anthony Basil Taylor por parte de los que han trabajado con él y lo conocieron durante sus 27 años como sacerdote en la Arquidiócesis de Oklahoma City.
“Es un sacerdote muy especial, muy entregado al servicio de su parroquia”, explicó Cathy Cárdenas de la Parroquia del Sagrado Corazón en Oklahoma City. A pesar de perder al Padre Taylor como párroco, Cárdenas siente mucho orgullo y reconoce las muchas razones de la decisión. “Cuando mi niña nació y no me aseguraban que viviera, el Padre Anthony no sólo me ayudó con el problema, sino también la vino a bautizar. ¡Por algo lo hicieron obispo!”
Para el Obispo Taylor, saber español y el ministerio a la comunidad hispana ha sido una prioridad desde su ordenación en 1980. Al cabo de un mes de haberse ordenado como sacerdote, comenzó la celebración de una Misa en español dos veces al mes en Clinton y Hint, Oklahoma. Vivió en la Misión Reina de Todos los Santos en Sayre en 1982, donde prestó servicio a la comunidad hispana durante cuatro años en un área que comprendía cinco condados.
En el Iglesia del Sagrado Corazón en Oklahoma City, su última parroquia asignada como sacerdote en Oklahoma, el Obispo Taylor presenció las etapas finales de la transformación de una parroquia predominantemente anglosajona, a una en la que el 95 por ciento es hispana. Siete de las nueve Misas de la parroquia los fines de semana se celebran en español.
La Hermana Merys Jiménez era una joven inmigrante que vivía por su cuenta en Oklahoma y estaba discerniendo el camino a una vocación religiosa hace 15 años cuando conoció al “Padre Anthony”.
“Él caminó conmigo en el discernimiento. Me ayudó económicamente, pero aún más importante, me orientó espiritualmente. Fue y es mi guía espiritual, y me dirigió a la Comunidad de las Hermanas Catequistas Guadalupanas”.
Durante el último año, la Hermana Merys también tuvo la buena providencia de trabajar en el Sangrado Corazón con el Padre Taylor. Consciente de los desafíos que enfrenta el nuevo obispo, agregó, “Siento un compromiso personal de rezar por él mucho, ser su ángel de la guardia con mis oraciones”.
Y aunque no hay muchas personas que pueden describirse como flexibles y meticulosamente organizadas, sus amistades y el personal usaron ambos rasgos con frecuencia para describirlo.
“El Padre Anthony es único”, explicó María Ramírez de la Parroquia del Sagrado Corazón. “No importa lo que esté haciendo, siempre está disponible para nosotros. Siempre tiene tiempo”.
María de Lourdes Ruiz Scaperlanda reside en Norman, Oklahoma.

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