Padre Salvador Márquez-Muñoz
Rafael Guízar nació un 26 de abril de 1878 en Cotija Michoacán (México) en el seno de una familia Católica. Realizó sus estudios primarios en las misma ciudad de Cotija, y posteriormente ingresó al Seminario de la Diócesis de Zamora en 1894. El 1º de junio de 1901 recibió la ordenación sacerdotal.
Durante sus primeros años de sacerdote mantuvo una estrecha colaboración con los distintos prelados de la región durante sus visitas apostólicas. Siempre se distinguió como un misionero incansable. El amor a Dios y la presencia de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía así como la devoción a la Santísima Virgen María, fueron el rasgo característico de su labor misional. A todos los pueblos que llegaba, siempre predicaba la Doctrina Cristiana, inspirado en un sencillo catecismo que él mismo escribió para la gente sencilla, el cual perdura hasta nuestros días.
El Padre Rafael, ganaba almas para Dios, por medio de los muchos ejercicios espirituales que predicaba por México y el extranjero como Cuba, Guatemala, Colombia y el Sur de los Estados Unidos. A pesar del movimiento armado en México debido a la revolución de 1910, pudo el Padre Rafael administrar la Gracia de Dios en los enfermos y moribundos. Disfrazado de vendedor de baratijas, en medio de la lluvia de balas, se acercaba a los heridos que agonizaban y les ofrecía la reconciliación con Dios, y en varias ocasiones también la Santa Eucaristía, que llevaba oculta para que no lo descubrieran.
Como fiel seguidor de Cristo sufrió varios destierros de su patria y en todas partes donde se encontraba su amor por los demás le hacía en un gigante de la caridad. Durante su destierro en Cuba fue ordenado Obispo de Veracruz en la ciudad de La Habana el 30 de noviembre de 1919. Partió para Veracruz el día 1º de enero del siguiente año, y después de llegar al Puerto, se dirigió a la Ciudad de Xalapa, Sede de su Obispado.
Apenas llegó se caracterizó por su celo apostólico a favor de la gente y por su gran caridad. Monseñor Rafael Guízar y Valencia no sólo fue un misionero incansable, sino también un buen pastor que siempre estaba dispuesto a dar la vida por sus ovejas. Se preocupó mucho por la formación de los sacerdotes mediante la obra del Seminario, y la atención a las numerosas parroquias de todo Veracruz.
Como Obispo sufrió los estragos de la revolución Cristera en México, comenzando así su calvario en el que tuvo que padecer todo tipo de adversidades. Sin embargo su gran confianza en Dios y su amor filial a María, le dieron la fortaleza necesaria para resistir los ataques del maligno. Escondido en la Ciudad de México debido a la persecución religiosa, hacía caridad y obtenía los recursos necesarios para el sostenimiento del Seminario, y a pesar de su deteriorado estado de salud continuó su labor apostólica hasta el fin. Dios coronó su amor y esfuerzo con su muerte el 6 de junio de 1938 en la Ciudad de México. Su cuerpo fue trasladado a Xalapa, y fue sepultado con gran admiración por parte del pueblo de Dios.
Una gran serie de milagros se han logrado por medio de su intercesión ante Dios. Su Santidad Juan Pablo II lo Beatificó el 29 de enero de 1995, y el Papa Benedicto XVI lo canonizó el 15 de octubre de este año en la Basílica de San Pedro en Roma.
El Padre Salvador Márquez-Muñoz escribe desde De Queen.