Antes que nada, el Obispo J. Peter Sartain aprendió a hablar español. También aprendió sobre la cultura. Durante los últimos seis años, viajó por lo menos cuatro veces a México, incluyendo una peregrinación de ocho días que dirigió para la diócesis en el 2004.
Siguiendo la labor que comenzó el Obispo Andrew J. McDonald, el Obispo Sartain trajo sacerdotes y hermanas para prestar servicio a la creciente población hispana que vino a Arkansas en grandes cantidades en la década de los 90.
Entre otras cosas, el Obispo Sartain dedicó varias nuevas parroquias en Glenwood y Danville, las cuales fueron empezadas por inmigrantes hispanos. También ordenó a un sacerdote y a un diácono mexicanos e ingenió un plan para fomentar la participación de un número mayor de líderes dentro de la comunidad hispana.
Y más recientemente, afirmó su apoyo junto con otros obispos estadounidenses en torno a una reforma migratoria.
De todas las labores que realizó a favor del ministerio de hispanos de la Diócesis de Little Rock, muchos están de acuerdo de que romper la barrera del idioma fue el efecto de mayor impacto que permitió que los inmigrantes de la diócesis se sintieran más acogidos.
“La gente se sentía sumamente agradecida de eso porque veían que podían comunicarse directamente con él”, señaló la Hermana Mickey Espinoza, MCP, antigua directora del ministerio hispano de la diócesis.
“El Obispo Sartain creó una relación muy directa y personal con la comunidad hispana y se convirtió en su pastor”, indicó Mons. Scott Friend, director de vocaciones de la diócesis.
Los hispanos se sienten “realmente a gusto en nuestra diócesis”, señaló Sheila Gómez, directora de Caridades Católicas de Arkansas. “Son una parte integral de la Iglesia debido al liderazgo del obispo”.
“Todos observaron que su intención fue mantener una sola Iglesia, edificar una sola Iglesia”, agregó el Diácono Marcelino Luna. “Él ha sido realmente un pastor del rebaño”.
El Obispo Sartain ordenó a Luna en diciembre de 2002 y posteriormente lo nombró director del ministerio hispano en el 2005.
Gómez dijo que el deseo del obispo de aprender español fue obvio desde el día en que se hizo público su nombramiento hace seis años en el Centro Católico San Juan de Little Rock.
Después del anuncio el 4 de enero de 2000, dijo que se reunió con el obispo y Mons. Friend. En esa fecha, era directora de los Servicios Católicos de Inmigración y Mons. Friend era el director del ministerio hispano. Después de que ambos se presentaran al entonces Padre Sartain, lo primero que les dijo fue que quería aprender español, y así lo hizo en agosto del 2001.
El Obispo Sartain estudió en el Centro Cultural Mexicoamericano de San Antonio por tres semanas.
“Fue un curso intensivo que me dio el impulso para comenzar y fue sumamente útil. Recibí tutoría individual todo el tiempo”, señaló el obispo.
Antes de venir a Arkansas tenía muy poca o ninguna experiencia trabajando con el ministerio hispano. Actualmente, el obispo puede decir frases y oraciones sencillas espontáneamente y comunicarse con los feligreses después de las Misas en español.
“Me falta mucho para predicar sin mis notas”, indicó.
“Con el paso de los años, era fácil observar que mejoraba cada vez más, hablaba con más fluidez y cuando escuchaba podía también responder”, agregó la Hermana Mickey, quien dirige ahora el ministerio hispano para jóvenes adultos de la Diócesis de Dallas. Ella fue la directora del ministerio hispano de Arkansas del 2001 al 2005.
El obispo aprendió español desde su corazón y esa es la mejor manera de aprender un idioma, señaló Mons. Friend, quien ha participado en el ministerio hispano de Arkansas durante los últimos 17 años.
“Lo hizo con su corazón porque amaba a la gente de la diócesis y deseabe hablar con ellos en el idioma que le hablaban a Dios”, agregó. “Es más fácil aprender con el corazón porque el Espíritu Santo puede llenar los espacios que faltan”.